«Diálogo de religiones y culturas – Impulsos sobre la situación en Europa»
Conferencia 2, viernes, 22.04.2022
Michael Kuhn
La primera pregunta que me hice tras la invitación fue: ¿qué quería contarles? Ciertamente, algo sobre las diversas iniciativas de las instituciones políticas europeas, el Consejo de Europa y la Unión Europea, sobre el diálogo intercultural, y algo sobre las posibilidades prácticas que resultarían de las propuestas políticas. Probablemente también sobre el diálogo entre las religiones y la política europea y la necesaria cooperación entre las iglesias y las religiones en Europa.
Sin embargo, inmediatamente después de estas reflexiones, me hice una segunda pregunta: ¿lo que quería hablar en la primavera de 2020 seguiría encajando después de lo que hemos vivido en los dos años transcurridos desde marzo de 2020? ¿No han cambiado importantes parámetros sociales como consecuencia de la pandemia y de las medidas adoptadas para contenerla? ¿No hemos tomado conciencia durante este tiempo de las interdependencias y dependencias globales, así como de la limitación asociada del margen de acción de los Estados y los individuos? ¿No hemos obtenido nuevos conocimientos sobre la (limitada) importancia de Europa en términos económicos y geopolíticos? ¿No nos hemos dado cuenta de repente de la falta de instrumentos adecuados para la cooperación y coordinación mundial en las crisis? ¿No nos dimos cuenta una vez más de lo diferente que reaccionamos ante las amenazas comunes, por ejemplo a través de las diferentes medidas sanitarias-políticas, por ejemplo en China o en los Estados Unidos, que también están condicionadas culturalmente, por no hablar de los enfoques divergentes en la Unión Europea? ¿Las reacciones a estas medidas -protestas, manifestaciones, discusiones emocionales en los medios de comunicación social- no han hecho visibles tensiones culturales y sociales, desplazamientos, dislocaciones y rupturas que atraviesan la sociedad, las amistades y las familias? ¿Acaso no hemos sido testigos de la rapidez con la que formas culturales muy arraigadas, como los rituales de saludo, han cambiado de un día para otro bajo la presión de las medidas higiénicas: se acabaron los apretones de manos, los tres 1 besos tan característicos de la cultura latina, el paso confidencial del brazo por el hombro y el «hygge» o el «knuffelen»? En cambio: mantener una distancia de 2 metros, nacida de la desconfianza de que todo el mundo pueda ser un potencial portador de la enfermedad y, por tanto, contagioso. Las multitudes del carnaval, poco antes de que estallara la pandemia en Europa, habían dado paso a espacios públicos vacíos en las ciudades, a un cielo silencioso en lugar del ruido de los aviones, y a encuentros entre vecinos y amigos en el balcón, al otro lado de la calle.